Edimburg Castle

Edimburgo, Capital de Escocia desde el Siglo XV, es una ciudad sorprendente. Discreta, elegante, su belleza no se manifiesta de manera exuberante nada más pisar el centro de la Old Town, sino que es preciso caminar por sus callejones, sus parques y jardines para descubrir las entrañas de una ciudad de casi medio milllón de habitantes y admirar la eterna belleza de una ciudad Patrimonio de la Humanidad.

Su imponente castillo – recuerdo de la relevancia medieval del reino de Escocia– domina la colina sobre la que se asienta la parte más antigua de esta «ciudad humeante» y le otorga la distinción que merece la segunda ciudad más visitada de Gran Bretaña, después de Londres. No en vano (según la Wikipedia) Edimburgo multiplica su población hasta llegar a los 13 millones de turistas. Puedo asegurar que muchos de ellos en verano.

Los escoceses presumen de su fama de intrépidos aventureros e innovadores y Edimburgo no es para menos. Así, muchas de sus calles y paseos recuerdan a los relevantes científicos, escritores y políticos que ha dado Edimburgo: David Hume, Graham Bell, Conan Doyle -que Londres se atribuye como propio- R. L. Stevenson, Walter Scott… Sin olvidarnos, por supuesto, de Sean Connery!

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