No a la Guerra!

Ante los últimos acontecimientos mundiales (y estatales), me he visto en la obligación de cambiar mi discurso habitual para también aquí, desde estas discretas líneas, hacerme eco de ese grito que ayer, sábado 15 de febrero, se escuchó en todas y cada una de las ciudades españolas, europeas e incluso, y tal vez con más fuerza, americanas, ese grito que algunos de nuestros dirigentes se niegan a escuchar pero que existe, este grito de NO a la guerra.

Decía J. F. Kennedy que «el hombre tiene que establecer un final para la guerra, porque sino ésta establecerá un final para la humanidad», y después del informe que los Inspectores de la ONU presentaron el viernes ante el Consejo, este fin a la guerra, sobre todo cuando se trata de una guerra imperialista con unos descubiertos intereses económicos de por medio, debe de llegar de un momento a otro.

Esta semana pudimos encontrar en el seno de la ONU algún vestigio de racionalidad y de escrúpulos. Haciendo suyo aquel proverbio que dice que «lo que sudes en la paz no lo sangrarás en la guerra», para los franceses ésta sigue siendo «un recurso excesivo y con abundantes efectos negativos: podría tener consecuencias incalculables para una región martirizada y frágil, reforzaría los sentimientos de injusticia, agravaría las tensiones y crearía el riesgo de nuevos conflictos.»

¿Pero, cuán frágil es Irak? Ya han transcurrido trece años desde aquella «tormenta del desierto» y las cosas no pueden ir peor. Como en casi todas las guerras modernas es la población civil la que más sufre, sobre todo ancianos y niños. La economía iraquí se hunde y la antes clase media ahora es una inmensa bolsa de nuevos pobres.

Las calles de Bagdad están llenas de niños que rebuscan en la basura. Las condiciones de insalubridad y malnutrición provocan que un niño muera cada 7minutos en Irak. Unicef ya denunció en 1999 la multiplicación de la tasa de mortalidad infantil por tres a causa del embargo. Y aún hay más: la incidencia de la leucemia se ha disparado por culpa del uranio empobrecido. 13 años después las armas químicas siguen sin parecer.

Si las cosas están así ¿Qué efectos tendría otra guerra más para esta gente? Cuando aún no nos habíamos acostumbrado a los «efectos colaterales» nos vienen con el cuento de la guerra preventiva, mientras las grandes industrias petroleras se frotan las manos ante el esperado botín: ese 10% de las reservas petrolíferas mundiales, 130 años de beneficios que Sadam nacionalizó en su momento.

Si el pretexto son las armas de destrucción masiva, Israel si las posee y en gran cantidad, incluidas las nucleares, eso lo saben los americanos, los árabes y la propia ONU, pero Israel nunca será parte del eje del mal que el Último Imperio, como llamó tan acertadamente Gore Vidal a los EEUU, ideó. Como ya decía Paul Valéry, «la guerra es una masacre entre gentes que no se conocen para provecho de gentes que sí se conocen, pero que no se masacran.»

El pasado sábado casi dos millones de españoles se manifestaban contra la guerra en España, siete millones en todo el mundo, y todos nos hacemos una pregunta, ¿Qué pasará ahora? ¿Serán nuestros gritos oídos por los Gobernantes? Todo parece indicar que EEUU no va a dar marcha atrás. El Pentágono ya ha desplegado más de 150.000 soldados en los alrededores de Irak y quieren actuar antes de que llegue el calor y antes de que la opinión pública se vuelva  más escéptica ante la guerra, pues un 65% de los americanos dicen que no debe atacarse sin el apoyo de la ONU (New York Times). Además, la popularidad de Bush descendió 10 puntos en un mes, y eso es mucho.

¿Y el resto de aliados escucharán el clamor popular? Para Aznar, como todos sabemos el pueblo no existe, no habla, ni oye, ni ve. Pero, ¿Qué hará Blair? Ayer un millón de Londinenses pedía su cabeza. ¿Responderá una vez más a la llamada del Gigante Americano, aunque le cueste Downing Street?

La vieja Europa, como nos llama Bush, está en pié y todavía esperanzada escuchó las palabras con las que el francés Dominique de Villepin, este poeta y diplomático que hasta ahora ha demostrado que no se arruga ante las adversidades, concluyó su intervención ante la ONU, con una emocionante defensa de «un viejo país, Francia, de un viejo continente, Europa, que se mantiene en pie frente a la historia y frente a los hombres». Europa aún tiene muy reciente lo que significa muerte y destrucción,  ha sufrido dos Guerras Mundiales y es muy consciente de que si no frenamos en esta ocasión al «Imperio» a lo mejor ya no tendremos otra«.

Así, y para terminar, quería recordar aquí aquellos cautivadores y vibrantes versos de Gil de Biedma y de «todos cuantos hoy buscamos en el mundo, un poco de esperanza que no venga de Miami» (O en este caso, de Washington).

Por todo ello, y una vez más, NO a la guerra.

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