Paulo y su montaña

En esta ocasión el destino ha hecho llegar a mis manos un libro que por el mensaje de esperanza que nos intenta transmitir, ha convertido en un escritor de culto (más si cabe) a su autor, Paulo Coelho.

Tal vez podría hablaros de todas y cada una de las novelas de Paulo, pero tan sólo os hablaré de La Quinta Montaña; la razón: la lección que nos intenta inculcar: que todo se puede conseguir con fuerza e ilusión.

Paulho Coelho es un autor muy especial. Entre sus lectores no hallamos término medio, para muchos es casi un profeta, un maestro; para otros, casi un estafador, un vendedor de humo.

Nuestro hombre nace en Río de Janeiro en 1947. Su juventud está marcada por los serios problemas con sus padres, que se vieron obligados a ingresarlo en varias ocasiones en un psiquiátrico (éste será el tema que recuperará en Verónika decide morir). Fue compositor de letras de rock y director artístico de la compañía CBS en Brasil.Y en varias ocasiones fue detenido por la dictadura militar y expulsado de su país. De joven perdió la fé en el catolicismo y recorrió América siguiendo los dictados de  la cultura hippy.

Sin embargo, tras una vida llena de altibajos y de problemas con drogas y alcohol, «recobró la fé» en un viaje a Roma, decisión que confirmó después de recorrer el Camino de Santiago, peregrinaje del que surgió su primera novela: El Peregrino de Compostela (Diario de un mago) allá por el ano 1987. Y de aquí pasó a vender más de 28 millones de copias en 120 países.

Todas las obras de Coelho están marcadas por un importante contenido religioso. Él mismo reconoce su objetivo:

«En cierta manera intento compartir con mis lectores mi búsqueda interna, que es básicamente mi búsqueda espiritual».

Sin embargo, esta religiosidad manifiesta también ha sido objeto de muchas críticas. Muchos dicen que está  vacía de compromiso, que simplemente tranquiliza las conciencias, y que supone una peligrosa estafa.

Mi intención con este artículo no es hacer apología religiosa, nada más lejos de la realidad, y ciertamente su espiritualidad entremezcla el cristianismo, con el budismo y el pensamiento oriental, las ciencias ocultas y la  experiencia gnóstica y esotérica.

Y tal vez por ello, y por su capacidad para conmover a los pueblos más diversos, Coelho ha logrado fascinar por igual a Árabes, Judíos, Chinos y Europeos, y ha sido nombrado Consejero Especial del programa de la UNESCO «Convergencias espirituales y diálogos interculturales

En la Quinta Montaña es, tal vez, donde más se pone de manifiesto esta religiosidad, pues en ella cuenta la historia del profeta Elías, que recibe, por medio de un ángel, la orden divina de abandonar Israel. Así, en un mundo lleno de supersticiones, de tradiciones centenarias, y de grandes conflictos religiosos, este joven profeta debe enfrentarse a una serie de acontecimientos que le conducirán a un definitivo cara a cara con su Dios.
Esta novela se nos habla del aprendizaje de la vida, de la preparación que cada uno debe tener para poder cumplir nuestra misión en el mundo:

«Cuando un hombre camina en dirección a su destino, se vé forzado muchas veces a cambiar de rumbo. Otras veces, las circunstancias externas son más fuertes, y se vé obligado a acobardarse y a ceder. Todo esto forma parte del aprendizaje. pero nadie puede perder de vista lo que quiere, aunque en algunos momentos piense que el mundo y los demás son más fuertes. El secreto es ése: no desistir»

El protagonista también se muestra débil ante el futuro que le aguarda, incluso comienza a dudar de si realmente tiene el valor o la capacidad necesaria para desempeñar el papel que el destino le ha deparado. En estos momentos de indecisión, siempre hay a su lado una fuerza que le guía y le aconseja:

«Todo hombre tiene derecho a dudar de su tarea y a abandonarla de vez en cuando; lo único que no puede hacer es olvidarla. Quien no duda de sí mismo es indigno, porque confía ciegamente en su capacidad y peca por orgullo. Bendito sea aquel que pasa por momentos de indecisión.»

El poético lenguaje de Coelho nos habla del valor, de la capacidad de escoger y decidir nuestros propios actos, nos convence de que tenemos que luchar por lo que queremos a pesar de todas las situaciones adversas que se nos presenten. Que no nos rindamos, que siempre intentemos seguir el camino que nosotros mismos nos hemos marcado, eso que dá sentido a nuestra vida:

«Todo ser humano, en algún momento veía una tragedia cruzar por su vida: podia ser la destrucción de una ciudad, la muerte de un hijo, una acusación sin pruebas, una enfermedad que los dejaba inválidos para siempre. En ese momento Dios lo desafiaba a enfrentarlo y a responder a su pregunta: ¿Porqué te aferras tanto a una existencia tan corta y tan llena de sufrimientos? ¿Cuál es el sentido de tu lucha?

Entonces el hombre que no sabía responder a esta pregunta se conformaba, mientras que el otro, que buscaba un sentido para la existencia, consideraba que dios había sido injusto, y decidía desafiar su propio destino. Era en ese momento que otro fuego de los cielos descendía: no aquel que mata, sino el que destruye las antiguas murallas y dá a cada ser humano sus verdaderas posibilidades.

Los cobardes nunca dejan que su corazón sea incendiado por ese fuego; todo lo que desean es que la nueva situación vuelva rápidamente a ser lo que era antes, para poder continuar viviendo y pensando de la manera que estaban habituados. Los valientes, en cambio, preden fuego a lo que era viejo y, aunque a costa de un gran sufrimiento interior, abandonan todo y siguen adelante.  Los valientes siempre son obstinados»

No importa si somos religiosos o no. No importa si creemos o no en un destino que marcará irremediablemente nuestras vidas, pues del lenguaje sencillo y universal de coelho se desprende igualmente una importante lección: La valentía.

Debemos ser conscientes de aquello por lo que vale la pena luchar y seguir siempre adelante, no importa lo difícil que pueda parecernos ni las derrotas que suframos en nuestro camino, pues las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos:

«Un guerrero acepta la derrota. No la trata como algo indiferente, ni intenta transformarla en victoria. Se amarga con el dolor de la pérdida, sufre con la indiferencia y se desespera con la soledad. Pero después de que pasa todo eso, lame sus heridas y recomienza todo otra vez. Un guerrero sabe que la guerra está compuesta por muchas batallas. Y sigue adelante.»

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