La isla de Skye es uno de los lugares que más nos sorprendió del occidente escocés. Sin duda merece la pena perderse al menos un día por sus parajes, recorrer sus estrechas carreteras y hacer cientos de paradas para poder contemplar en primera persona los cientos de lagos, las cascadas y los impresionantes acantilados de la segunda mayor isla de Escocia.

Continuando nuestro viaje, llegamos a Skye a través del ferry que partía del puerto de Mallaig, un pequeño y curioso pueblo pesquero conocido por los amantes del cine de Lars Von Trier por ser el escenario de «rompiendo las olas» (breaking the waves, 1996).

Puerto de Mallaig

Depués de cerca de media hora en barco, atracamos en el puerto de Advasar, en el sureste de la isla, desde el que partimos para recorrer los magníficos paisajes de la mayor isla del archipiélago de «Las Hébridas«, pero que prácticamente está deshabitada.

Skye cuenta con unos de los paisajes más variados del país, dada su evolución geológica, básicamente volcánica, como las playas del oeste de la isla.

Costa este de la isla de Sky (red post)

Recorriendo la carretera principal de Sky hacia el norte, pudimos contemplar los famosos picos de las montañas Cuillings, esculpidos por el hielo.

La carreta rodea pequeñas penínsulas y bahías, y numerosos lagos de origen marino, que a veces se confunden con coloridas playas de canto rodado y frías aguas en las que la parada resulta obligada, como en Loch Courisk (foto inferior), únicamente separado del océano por una pequeña barrera rocosa.

Playa del lago que se besa con el mar

LLEGANDO A PORTREE.

Portree («puerto del rey»), con su vistoso puerto, es la principal ciudad de Skye, y también la más turística. En ella vive una pequeña población que, en los últimos años, ha ido aumentando por la llegada de artistas -pintores, escultores- que han escogido Skye como lugar de residencia. Es frecuente ver pequeños museos y exposiciones de arte desde la carretera de la isla, pero muchos de ellos residen en Portree.

Puerto de Portree (Isla de Skye)

TROTTERNISH, EL PARAÍSO DE LOS GEÓLOGOS.

Siguiendo la carretera dirección al norte, nos encontramos con los impresionantes acantilados de la península de Trotternish, donde la naturaleza volcánica del paisaje y la frialdad de su clima conformar una compleja y dramática escena.

Aquí se encuentra la bahía de Bearreraig, hábitar natural de cientos de especies de aves, algunas tan impresionantes como el águila blanca. Un paraíso natural en el que destaca the Lealt Waterfall, la inédita cascada que el río Lealt forma al precipitarse prácticamente sobre la playa, muchos metros más abajo.

Cascada rio lealt sobre el mar (Isla de Skye)

The kilt Rock (Skye)

Poco más al norte la carrera pasará prácticamente cruzando el Loch Mealt, un pequeño lago cuyas aguas caen directamente sobre un precipicio de más de «250 pies» de altura, hasta llegar al océano.

Los magníficos acantilados de roca basáltica que pueden contemplarse al norte de la costa son conocidos como «Kilt Rock», una de las maravillas que convierten la Isla de Skye en un parque temático para los geólogos.

The kilt Rock (Skye)

EL FINAL DEL DÍA.

El día se queda corto, y el camino sigue hacia el norte. A medida que se el sol se esconde (la luz en verano permanece hasta cerca de las 10 de la noche), recorremos la parte noroeste de la isla, donde destacan poblaciones como Duvengan, donde se encuentra el castillo de Duvengan, sede de los jefes del Clan McLeod desde hace siete siglos.

Cuenta la leyenda que aquí se encuentra el Fairy Flag, la seda mágica que protegía al clan durante las batallas.   Si se llega temprano (nosotros no fuimos capaces), es posible visitar el interior del castillo.

En todo caso, siempre se contará con la ocasión, en estas tierras altas, de hacer una phone call.

A phone call in Skye Island

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