Los héroes desconocidos

Publicado: 30 enero, 2012 en Actualidade, Medio Ambiente...
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Autor: Jabitrue

Autor de la foto: Jabi Trueba

Este fin de semana la revista temposdixital.com publicó un artículo que escribí recientemente sobre el 30 aniversario de la lucha del pueblo gallego, encabezada por catorce marineros, políticos y perioditas, contra los vertidos de residuos nucleares que, de manera ilegal, se estaban haciendo frente a las costas gallegas, en la Fosa Atlántica.

La versión en gallego de este artículo la podéis ver en la propia Web de Tempos Dixital, pero como algunos me habéis pedido que los traduzca al castellano, aquí os dejo la versión traducida.

Los héroes desconocidos

El pasado 12 de diciembre falleció un personaje imprescindible de la historia reciente de Galicia. Se trata de Ánxel Vila, patrón del «Xurelo», un valiente marinero gallego que encabezó la lucha contra los vertidos de residuos nucleares que se realizaban en la Fosa Atlántica, frente a la costa gallega.

Posiblemente los lectores más jóvenes de «Tempos» no conozcan en profundidad lo ocurrido hace ya 30 años, pero muchos otros recordarán aquella travesía con la emoción de las grandes épicas, pues significó la unión de un pueblo en defensa del mar, del océano Atlántico, una fuente de vida y de riqueza para Galicia que algunos quisieron convertir en un cementerio nuclear donde esconder los «molestos» residuos de la reluciente Europa, tal y como venía denunciando Greenpeace, una de las organizaciones ecologistas impulsoras de aquella odisea.

El comienzo de esta historia se remonta a septiembre de 1981, cuando un pequeño barco palangrero ribeirense, el «Xurelo«, patroneado por Ánxel Vila, puso rumbo a la Fosa Atlántica, donde grandes cargueros vertían los peligrosos residuos de las centrales nucleares de Alemania, Bélgica u Holanda, con total alevosía e impunidad. En aquella inédita travesía, la extraordinaria tripulación del “Xurelo” estaba conformada por un extraño y heterogéneo grupo de catorce personas: el patrón del barco y tres miembros de la embarcación, junto con ecologistas y políticos de la izquierda nacionalista y varios periodistas y fotógrafos.

Después de tres largos días de navegación por las peligrosas y bateadas aguas del Atlántico, sin más recursos que una brújula, las cartas náuticas y un pequeño radar, Vila supo manejar su pequeño barco 250 millas mar a dentro, encontrándose con dos cargueros holandeses que arrojaban con grúas los grandes bidones de residuos nucleares al mar, contando con la inestimable protección de una fragata militar de Holanda, que casi hunde al palangrero gallego, poniendo en riesgo la vida de sus tripulantes. Ante ellos, sin amilanarse, nuestros hombres hicieron un peculiar acto de protesta: echaron al mar una corona de flores, cantaron el himno gallego y emitieron por radio un hermoso mensaje de lucha y esperanza con el fin de conseguir el apoyo de los barcos más próximos. Se convirtieron en héroes.

Las indiscutibles evidencias de lo que estaba sucediendo en la Fosa Atlántica dieron la vuelta al mundo y esta hazaña significó todo un símbolo de la lucha ecologista gallega y europea. El “Xurelo” volvería al año siguiente al mismo punto, de nuevo con un serio riesgo para la integridad de la tripulación y las movilizaciones continuaron en toda Europa. Una «campaña» absolutamente exitosa que consiguió que en tan sólo año y medio se detuviesen -a través de una moratoria- los vertidos de residuos tóxicos nucleares y que fuesen prohibidos definitivamente gracias al Convenio de Londres de 1993.

Hoy Ánxel Vila ya no está con nosotros. Tampoco lo está el «Xurelo», que se hundió en el puerto de Ribera en las mismas fechas en las que el «Prestige» rompía tan cerca de Fisterra, a causa de una terrible tempestad. Pero las que sí permanecen en la Fosa Atlántica son las casi 140.000 toneladas de residuos radioactivos, sin que se conozcan los efectos y las condiciones reales en las que se encuentran. Son, eso sí, un permanente recuerdo de que la energía nuclear ni es segura ni es limpia.

Hace treinta años catorce personas casi desconocidas pero valientes se subieron a un barco para defender el mar «en el nombre de la vida y de las generaciones futuras». Sirvan estas palabras como merecido homenaje a todos ellos y también a toda a la gente que sigue luchando con tesón y sin desesperanza por un futuro mejor y más seguro para la humanidad. En estas fechas, sus firmes convicciones y su trabajo resultan absolutamente imprescindibles y vitales para la esperanza y el porvenir de nuestro planeta.

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